Cuando llegué a Goshen College, la primera experiencia que tuve como estudiante fue participar en la orientación para alumnos internacionales, donde conocí a personas de países como Nepal, India, Ecuador, Francia y otros. Mi introducción estándar ese día fue “Hola, me llamo Ramona y soy de Bolivia.” Aunque mis padres son de los Estados Unidos, me identifico como latina, y entre alumnos de diversas culturas y lenguas, me sentí profundamente orgullosa de mi propia heredad y agradecida por la oportunidad de expresarla. De muy niña, nunca había pensado que querría dejar el pueblo en el que me crié; amaba demasiado trepar entre las ramas de los árboles de manga de mi casa, correr por el patio del colegio, jugar alialí con mis amigos y champar pedazos de pan en el té dulce que hacia mi Mami Carmen.
Pero con el tiempo y la creciente sensación de que necesitaba saber y aprender más si es que quería hacer una diferencia, había dejado atrás el patio y las vacas y las carreras por las calles de arena roja, y ahora estaba aquí, hablando con personas de diferentes paises que habían hecho lo mismo. Cuando vine aquí no imagine que sería tan difícil adaptarse al invierno y la distancia de mi familia, o que había una manera correcta de manejar una bicicleta. Me parecía que era importante expresar mi cultura e identidad, así que en este año he aprendido a apreciar cada oportunidad que tengo para hablar en español, de hablar de mi país y mi gente, de hacer comida y música y pasar tiempo con personas que me hacen sentir en casa. He aprendido a ver que hay valor en sentirme diferente o en pasar por la incomodidad de no saberlo todo, que todos tienen algo para enseñar.