Con 35 anos se piensa que se ha vivido… A esa edad llegue a este país. Soy cubano, nací en un campo en Bahia Honda un pueblo pequeño en el seno de una familia numerosa. Con unos padres protectores que nos criaron con buenos principios y siempre nos decían que en la unión esta la fuerza.

La vida nos da y nos quita. Algo que marco mi infancia es el día que me toco salir del hogar familiar, la necesidad personal, el afán de crecer de trazar mi propio camino.

No fue fácil el desarraigo, la separación de mis padres, hermanos, y el miedo a lo de afuera…

Valió la pena, mi mejor enseñanza fue entender el valor real de la familia.

Forme mi nuevo hogar lejos de el de mis padres. He logrado mantener el equilibrio. Mi esposa y yo hemos tratado de transmitirles valores a nuestras hijas. Es difícil,  a veces lo que tratas de construir dentro del hogar es posible que se destruya con el terremoto que se vive a diario afuera.

El 2013 me hizo revivir la época que decidí salir de mi hogar pero encarnando otro personaje.

Ahora comprendo la cara de mi padre, su silencio, su abrazo infinito. Mi hija mayor, levanto el vuelo. Decidió estudiar lejos. ¿Qué hacer para evitarlo? ¿Qué hacer para aceptarlo? ¿Qué hacer para vivirlo? No tengo las respuestas. Aquí esta el hueco, el hueco infinito, el hueco que deja el eterno cordón umbilical, no el que se corta al nacer, el que perdura toda la vida entre padres e hijos.

Es una mescla de felicidad, dolor, y miedo.

¿Que hacer cuando dejas de ser el escudo protector? ¡Prepararme!

Mi segunda hija ya alista sus alas, pronto levantara el vuelo.

Ahora solo queda esperar como un espectador silencioso, que sus vuelos las lleven a lindos lugares, que usen su fuerza y sus valores para triunfar en la vida.

Y nosotros, mama y papa estar ahí en nuestros sillones, esperando listos para ayudarles cuando nos necesiten.